En octubre de 2017, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas se eligieron a 15 nuevos miembros para cumplir un mandato de tres años en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (UNHRC, por sus siglas en inglés). Tres de los nuevos miembros—Chile, México y Perú—son de Latinoamérica. Reemplazan a Bolivia, El Salvador y Paraguay.
La elección de Chile, México y Perú son de las pocas buenas noticias para el UNHRC. Los tres miembros nuevos de las Américas han sido por lo general firmes defensores de la democracia y de los derechos humanos en los órganos multilaterales. Es más, reemplazan a tres países que, en diferentes grados, debilitaron las normas internacionales de derechos humanos durante sus mandatos de tres años; Bolivia casi siempre votaba contra las resoluciones del UNHRC sobre Siria, Ucrania y Venezuela, mientras que Paraguay y El Salvador se abstenían frecuentemente.
Sin embargo, dos acontecimientos posteriores cambiaron este resultado potencialmente positivo para el UNHRC. El 19 de junio de 2018, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, anunció que Estados Unidos se retiraba del UNHRC, citando ataques contra Israel y acusando al órgano de proteger a los peores violadores de derechos humanos en el mundo.
Como hemos documentado aquí desde 2015, el UNHRC incluye un número de destacados países no democráticos del hemisferio occidental. Éste incluye actualmente a Cuba y a Venezuela. Incluso países democráticos como Bolivia, Brasil y Ecuador se han alineado con los países no democráticos o se han abstenido en las votaciones clave relativas a los flagrantes abusos de derechos humanos en Siria, Corea del Norte, Cuba y Ucrania, y la Asamblea General de la ONU no ha demostrado ninguna disposición para elegir a los miembros del UNHRC en función de su historial de derechos humanos.
No obstante, la decisión de Estados Unidos de retirarse envía la señal incorrecta en un momento en el que las normas e instituciones liberales globales están sometidas a presiones que van en aumento por parte delos gobiernos autoritarios. La decisión elimina a Estados Unidos y a su opinión del principal—aunque imperfecto—órgano global dedicado a los derechos humanos. Al mismo tiempo, esta acción también socava la autoridad de los grupos independientes de derechos humanos con sede en Estados Unidos que dedican gran parte de su trabajo a la actividad del UNHRC, incluyendo el envío de informes sobre las condiciones dentro de países y las contribuciones al Examen Periódico Universal en eventos paralelos.
En nuestro informe de 2017, propusimos un conjunto de reformas, partiendo del trabajo de nuestra organización asociada en Argentina – Centro para la Apertura y el Desarrollo en América Latina (CADAL). A continuación está el texto completo de nuestras recomendaciones originales del año pasado.
También hay un reciente desarrollo que puede cambiar el cariz de la participación hemisférica en el UNHRC. El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha declarado en repetidas ocasiones su compromiso con revirar la política exterior mexicana hacia la no intervención. Todavía está por verse como se desempeñará en la política exterior de México y en su relación con grupos multilaterales, sin embargo, es probable que el gobierno de AMLO comience a transformar la política exterior de México. Excluyendo a Estados Unidos, los miembros del UNHRC del hemisferio occidental son: Brasil, Chile, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Perú y Venezuela.
Resoluciones
En este período examinamos la 37ª sesión regular y la 27ª sesión especial. El UNHRC votó cuatro resoluciones sobre tres de los países que hemos estado monitoreando: Siria, Irán y la situación de la minoría Rohingya en Birmania (dos resoluciones). Los votos de la región se dividieron tal y como era esperado, aunque Brasil se abstuvo de votar sobre la resolución 37/30: “La situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán”.
Aparte de la abstención de Brasil en la resolución 37/30, los defensores tradicionales de las normas sobre derechos humanos—Brasil, Chile, México, Panamá, Perú y Estados Unidos—votaron a favor de las tres resoluciones en la 37ª sesión. Como era de esperar, Cuba y Venezuela votaron en contra de las cuatro resoluciones, mientras que Ecuador mantuvo su tradición de abstenerse en las resoluciones sobre países específicos.
En la 27ª sesión especial, que tuvo lugar antes de que los nuevos miembros ocuparan sus escaños en el Consejo, sólo siete de los nueve miembros del hemisferio participaron en la votación. El registro de la ONU muestra que no hubo participación ni de Bolivia ni de Cuba en la resolución.
A continuación se encuentran los detalles de las cuatro resoluciones:
Como demuestran las votaciones que hemos monitoreado en nuestros cinco informes, el UNHRC es un órgano inherentemente imperfecto porque un gran número de los países que conforman el Consejo no mantienen un compromiso con los derechos humanos, no sólo en las resoluciones de países presentados ante el Consejo, sino también en sus propios países. La falta de un voto a favor por parte de Ecuador de una resolución condenando el genocidio continuado en Myanmar ilustra las imperfecciones del Consejo.
Como mencionamos anteriormente, a pesar de su nombre, el UNHRC está lejos de ser un “Consejo de democracias que respetan los derechos humanos”. Este tema se ha vuelto más urgente con el tiempo. Utilizando el informe que publicó Freedom House “Freedom in the World”, hemos monitoreado la composición del número de países “libres” en el Consejo, lo que ha sido acompañado de un crecimiento proporcional de miembros del Consejo “sin libertad”. En 2018, los países “sin libertad” alcanzaban un máximo histórico de 14 puestos en el Consejo, frente a los nueve de hace una década.
Como muestra el gráfico a continuación, los países clasificados como “libres” por Freedom House (20 puestos) son superados en número por los países “parcialmente libres” y los “sin libertad” (27 puestos). En 2007, los países “libres” disfrutaban de una ventaja de un puesto. Sin embargo, el UNHRC todavía logra un apoyo mayoritario de forma consistente para condenar flagrantes abusos de derechos humanos en países como Siria, Myanmar y Corea del Norte porque los países “parcialmente libres” suelen estar más dispuestos a llamar la atención sobre los abusos de derechos humanos en el exterior que a abordar sus propios (ciertamente menos severos) problemas domésticos.