Through a case study on Chile, this study examines the choices made by revising chambers in bicameral congresses. It analyses how bill characteristics, chamber congruence, impatience and institutional context influence the decisions made by revising chambers regarding executive bills sent by the chamber of origin.
Now that an old friend with a proven track record for multilateralism is set to become the next president of the United States, Latin American governments will have no excuse. They will need to step up to the plate and work with Washington to help solve the complicated problems and challenges that plague the region.
Patricio Navia writes on the challenging path ahead to draft the new Constitution in Chile after the results of the referendum.
On October 25th, Chile will vote to decide if they will modify their constitution. This comes at an already tumultuous time for the country in light of the pandemic, economic recession, and upcoming elections.
La experiencia comparada de procesos constituyentes, especialmente la de América Latina —región de la que seguimos siendo parte, por más que hayamos entrado a la OECD, igual que Colombia o México— es bastante menos auspiciosa de lo que quisieran creer los promotores del Apruebo.
Tal como los estadounidenses y los brasileños se enceguecieron con la alternativa de escoger a quienes prometían refundar sus democracias y pasar a retiro a la vieja clase política, muchos chilenos están embriagados con la idea de que una nueva constitución vendrá a solucionar los problemas que enfrenta el país.
Limitar la reelección de autoridades no sólo no resuelve los problemas actuales de la democracia chilena. sino que añade otros que no existían.
La inmediatez de la crisis de la pandemia ha llevado al Gobierno y al Congreso a adoptar medidas radicales, aludiendo a la urgencia de minimizar el impacto social y económico.
Si el Congreso ha optado por irrespetar la Constitución y el Ejecutivo decide no hacer nada para evitarlo, nos tendremos que ir acostumbrando a que el Congreso legisle sobre temas respecto a los que no tiene atribuciones.
Las normas se hacen para cumplirse. Si la elite política quiere redactar un nuevo contrato social que nos ha de regir por varias décadas, al menos debería demostrar que tiene la voluntad y la disciplina para respetar la hoja de ruta del proceso que ella misma dibujó. No se puede pretender construir una Constitución que busque ser la más legítima en la historia del país cambiando continuamente las reglas del juego del proceso.
